"Saramago no era el apellido de mi padre, sino el apodo. El empleado del registro civil estaba borracho y añadió Saramago al nombre que yo debía llevar: José de Sousa. Cuando me matricularon en la escuela primaria tuvieron que presentar una partida de nacimiento, y el antiguo secreto se descubrió, con gran indignación de mi padre que detestaba el mote. Pero lo peor fue que llamándose mi padre José de Sousa, la ley quiso saber cómo tenía él un hijo cuyo nombre completo era José de Sousa Saramago. Así, intimidado, no tuvo más remedio que hacer un nuevo registro de su nombre, por el cual pasó a llamarse también José de Sousa Saramago, como su hijo."
José Saramago
“No se sabe todo, nunca se sabrá todo, pero hay horas en que somos capaces de creer que sí, tal vez porque en ese momento nada más nos podría caber en el alma, en la conciencia, en la mente, como quiera que se llame eso que nos va haciendo más o menos humanos. Miro desde lo más alto del ribazo la corriente que apenas se mueve, el agua casi plomiza, y absurdamente imagino que todo volvería a ser lo que fuese en ella pidiese volver a zambullir mi desnudez de la infancia, si pudiese retomar en las manos que tengo hoy la larga y húmeda vara o los sonoros remos de antaño, e impeler, sobre la lisa piel del agua, el barco rústico que condujo hasta la frontera del sueño aún cierto ser que fui y que deje encallado en algún lugar del tiempo”.José Saramago.